Visitamos a Albert Bosch en su oficina de Barcelona. Ha llegado hace un rato de Madrid, de dar una conferenciaUna persona que viaja tanto, no siempre es fácil de encontrar. Le agradecemos el tiempo que nos ha concedido, y más con la rapidez que se lo hemos solicitado.  En la hora que compartimos, nos habla de cosas realmente interesantes. Ha sido una de esas enriquecedoras charlas que valen la pena.

¿Qué es lo que más te gusta de viajar?

Vivir una experiencia. Integrarme en un territorio, en su cultura. Ver todo lo que te puede ofrecer. No es lo mismo ir a pasar 20 días a un desierto, que ir para hacer la foto. Se ha de aprender a viajar. No todo es ver el planeta, sino que ha de vivirse.

¿Qué te ha aportado viajar?

Conocimiento, introspección. Es una gran escuela de filosofía, de aptitudes y actitudes. En las circunstancia muy extremas, siempre se aprende algo. Y me gusta poder compartir ese aprendizaje.

¿Cómo lo compartes?

Parte de mi tiempo lo dedico a mi faceta de divulgador, de comunicador. Lo hago en ponencias a empresa privada, en conferencias deportivas y de aventura, en conferencias en universidades y escuelas de causas especiales. Y mediante publicaciones de artículos. Además tengo dos libros publicados.

¿Qué viajes, aventuras destacarías?

Muchos. Quizá los más mediáticos que he hecho, han sido hacer el Dakar 8 veces. Las 7 cumbres, que  consistía en coronar las 7 cumbres más altas del mundo finalizando en el Everest. Y la travesía integral de la Antártida, que fue para conmemorar el centenario (1911-2011).

¿Cómo te iniciaste en este mundo? 

Yo era montañero. Además hacía moto de montaña. Me dedicaba mucho a prepararme.  Era bueno, pero no de la élite. Un día descubrí que más allá del cronómetro había la brújula. Se necesita capacidad de organización y compromiso con todo el proyecto, no solo capacidad deportiva.  Entonces me planteé planificar retos complejos donde mi parte de gestión fuese importante.

¿Cuál es el secreto de tu éxito?

Si el éxito es llegar a poder vivir de esto, sin ser el más talentoso, te diré que creo que es debido a que he trabajado muchísimo. Lo más difícil es encontrar el rumbo, aquello que quieres hacer y el como. Una vez lo encuentras ya puedes canalizar todo tu esfuerzo. Vamos alineados con nuestros motivos.

¿Cómo te defines profesionalmente?

Me definen como híbrido de aventurero y emprendedor.

¿De qué hablas en tus ponencias a empresas?

Del liderazgo, la gestión del cambio de organización y personal. Apuesto como una manera aventurera de afrontar el futuro. Un aventurero se prepara para liderar el cambio con una actitud que es necesaria. Y sobre todo ahora, teniendo en cuenta hacia donde vamos.

¿Qué actitud?

Compromiso con el liderazgo del futuro. Asumir que somos responsables de él y que por tanto, lo hemos de guiar. Los límites éticos, al igual que los físicos, hemos de ponerlos nosotros. Se han de mirar los efectos de nuestros actos. Hay gente que le da igual lo que le pase al resto, y de hecho a algunos les da igual lo que les pase a ellos mismos. No miran el futuro a medio y largo plazo.

¿Cómo ves el futuro del planeta?

Todo pasa a una velocidad extrema. Está lleno de retos y oportunidades complejas. Sólo se habla de crisis económica, pero hay una crisis peor.  La medioambiental. En 50 años, y si seguimos a este ritmo, consumiremos el doble de lo que regeneramos para vivir. Y a eso me refiero cuando digo que hemos de mirar le futuro y no solo el corto plazo. Las medidas se han de tomar ahora.

¿Y cómo podemos hacerlo?

Los ciudadanos tenemos una responsabilidad importante. Todo pasa porque seamos exigentes. Si mirásemos qué productos compramos, si viésemos que perjudican al medio ambiente, por ejemplo, y dejásemos de comprarlos, ya se esforzarían sus fabricantes por hacerlos de otra manera. A día de hoy tenemos más información y herramientas que nunca en la historia para poder ser exigentes y saber que conviene consumir y que no.

Nos despedimos de Albert, quien nos deja pensativos. ¿Se podrá conseguir que la mayoría cambie sus actitudes en pro de un futuro para nuestros nietos? Dicen los estudios que hay que hacerlo, pero ¿les haremos caso? ¿Somos como sociedad capaces de sacrificar parte de nuestro bienestar? Si no lo somos, ¿deberían al menos serlo nuestros líderes políticos, que son quienes tienen el poder de legislar? ¿O los empresarios? Queda claro que todos somos responsables. No queda tan claro quien dará el primer paso. Tal vez faltan más aventureros en las cotas altas del poder.

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