Lo vi, mezcla de Al Pacino con un típico portugués. Esa noche, la recuerdo como la noche más romántica de mi vida. Caminábamos por los escondites de la ciudad y sus paredes se enamoraban de nosotros. La noche tuvo su pico cuando, entre la luna y el vino blanco, nos besamos y mis dedos se perdieron en su pelo. Esos besos que, al ser prohibidos, se disfrutan más. Me pidió que fuéramos a su hotel, o a mi casa, o a cualquier lado… ja ja ja! Yo con muuucho esfuerzo, dije que “no”. Y cual reina me volví solita a mi base. Me había prometido eso.

Al día siguiente paseamos (también me tome el día) y lo acompañe finalmente al aeropuerto.

Luego, continuamos por chat. Nos encontramos en otras partes del mundo por trabajo pero ya más protegida entre varios colegas. Hasta que un día, después de enloquecer de pasión, ya mis principios totalmente exhaustos y al límite, borré todos nuestros medios de contacto. Me dolió horrores. El amor duele cuando no avanza, pero me inundó mucha paz, tranquilidad espiritual. Esa sensación de actuar correctamente con uno misma. Ese instinto de preservación. Y me quise aun más.

Hoy, ese dolor ya se aflojó y de vez en cuando pienso en Big pero con ternura. Y ese amor que pensaba que sentía, se sacó la careta y no era más que la sensación de sentirme viva después de sacar telarañas de las esquinas de mi ser. Creo que la vida es un camino al autoconocimiento. Soy de esas mujeres que el sexo tiene que vibrar en la misma frecuencia que el corazón mío y del otro y ahí, esa relación, es bíblica! ! ! ! ! ! Si no, me hago mierda.

Y como dijo una vez una sabia amiga… “No demos margaritas a los cerdos! ! ! !” Porque mi corazón no resiste y debo cuidarlo, protegerlo. Seguir siendo, como un diamante en la caverna, que cuando llegue la luz, brillará en todo su esplendor, sin raspaduras.

Autor : Librina

Fuente: cementeriodeprincipesazules.com

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