Se juntan 10 amigos, algunos ni se conocen entre ellos, el nexo de unión es el cumpleaños del amigo común. Cada cual tiene su situación económica. Para unos, asistir a esa cena es un importante esfuerzo, pero lo hacen. El camarero trae la carta y todos miran el menú, bajo el criterio de lo que quieren comer, mirar que el precio entre en su presupuesto y pedirlo. Lo normal, lo que hace todo el mundo. Algunos mirando el presupuesto piden directamente el plato más económico. Han ido por la compañía, para asistir al cumpleaños de un amigo. Es final de mes, y ya calculan que una copa dos y casa. Antes salían,  y no había límite de presupuesto, ahora hay hipotecas, guarderías y les han bajado el sueldo.

En otro extremo una pareja, los más ostentosos, lo son en todo menos en generosidad, como siempre piden lo más caro. Parece que o son de gustos caros o que lo han hecho a drede. Si el bistec vale 8 el entrecot 16, ellos piden el chuletón de 40. Le añaden un entrante extra, y un helado de más al postre, uno caro, uno especial. Todos han comido han reído y lo importante es que lo han pasado bien. Y llega la cuenta. La cuenta la dividen entre 10. El del chuletón ni pestañea, mientras el del bistec para no crear conflicto se limita a no protestar.

La primera vez es un malentendido, las siguientes es tener más cara que espalda. Así lo ven unos cuantos pero nadie protesta. Los del plato caro se van contentos: Que bien han comido, como reyes; y lo mejor, entre dos les habría salido por 120 euros pero una vez dividido les has salido a 30 por miembro de la pareja.

Una historia que ocurre cada fin de semana en cada restaurante de este país.

Los que protestan, por cierto, son tacaños…

Sergi Lacorte

Conecta con nostros
Últimas Noticias
CLOSE
CLOSE