Autor: Jordi Gil Fernández

El día de hoy me ha inspirado hablaros de los valores del deporte y el espíritu de la libertad, del cual son reflejo.

Hoy es un día un tanto distinto para mí, pero eso sí, del todo productivo.

Tengo el honor de ser invitado a la penitenciaria de 4 camins (Barcelona) donde me proponen dar una conferencia sobre los valores del deporte, en cómo nos repercute y como aplicarlos en la vida diaria.

Objetivo: Motivar a los presos con la sencilla norma que me he inculcado, “mi norma” de tener siempre una meta en la vida, para hacerla más positiva y amena.

Antes de entrar… pues que os diré, como en las películas; detectores, controles, puertas y más puertas de frío acero de las cuales no se abre la de enfrente, hasta que la trasera queda estampada en la pared.

Mientras más te adentras, más se te encoje el corazón al ver las condenas que se cumplen ahí dentro… años y años que deparan a muchos de ellos entre hierro y hormigón.

Empiezo a adentrarme en los diferentes pabellones, separados entre ellos, donde veo esas caras sin expresión alguna. Dentro de mí pienso “¿que pensaran?” y creo que es fácil de intuir, “un día más” eso imagino que podría leer en el rostro de esas personas, tantas como 1.800.

Me puedo definir como una persona a la que le encanta conocer mundos, sobre todo los inhóspitos, difíciles y complicados. Pues hoy, por momentos, me he adentrado en uno, un mundo en el cual es difícil vivir, un mundo oscuro, largo y lento.

Uno de los motivos por los que entro en la penitenciaria, es porque ayudamos a los chicos a reinsertarse en la sociedad mediante la escalada deportiva, de donde vengo yo, mi deporte, un deporte en el que ponemos nuestra vida en manos de otros y la de otros en la nuestra. Así les inculcamos los valores de este deporte en concreto. Trabajando en equipo, sosteniendo la vida del uno al otro mediante una cuerda, en el cual es alucinante como se cuidan los unos a los otros.

Voy hablando con los presos, y me doy cuenta de las cosas que tenemos a nuestro abasto, día a día y que ya ni valoramos; cosas que sin duda, para ellos son regalos caídos del cielo, regalos que tardarán mucho en caer.

Por ejemplo, “el permiso diario”. Son 12 horas fuera de la penitenciaria, en la naturaleza, formando un equipo todos juntos, escalando, todos con todos, con una compenetración de admirar. Para ellos equivale a que nosotros nos toque la lotería. Cuando me refiero a que para nosotros sería como si nos tocara la lotería, y creo que ni a eso llega, cabe detallar, que los hay que llevan más de 15 años sin salir de un pabellón y de una celda que no mide más de 3 x 2 con vistas a la celda de enfrente.

Hoy fui consciente y reflexioné sobre la libertad que podemos disfrutar en nuestro día a día, apreciar los sitios increíbles donde entreno y lo más importante, tener a mis seres queridos cuando yo quiera y no por una instancia, que llega desde justicia una vez cada tantos años.

La conclusión de mi visita en la penitenciaría, es que valoremos lo que tenemos y disfrutemos del presente, ya que si lo vemos desde los ojos de los presos, es un regalo llamado libertad. Por eso Los valores del deporte y el espíritu de la libertad.

Jordi Gil Fernandez

 

 

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