Hay gente que cree que votar en blanco es la mejor herramienta para manifestar su malestar por la actuación de los partidos políticos que se presentan a unas elecciones. En realidad y por desconocimiento, lo que hacen con el voto en blanco es dar apoyo a los partidos mayoritarios en detrimento de los nuevos partidos, los que quieren su oportunidad para, en teoría, asumir las riendas del gobierno, para hacerlo mejor que sus predecesores. El voto en blanco, no solo niega dicha oportunidad, sino que acaba volviéndose un premio para ese partido o partidos a los que se quiere “castigar” o “reprender”.

Los votos en blanco se suman al total de sufragios sobre el que se calcula la distribución de escaños y, por ello, elevan el listón electoral mínimo para entrar.

En las elecciones generales, un partido necesita el 3% del total de votos para obtener representación. En los comicios locales, sube hasta el 5%.
Ejemplo: En unas elecciones al parlamento autonómico, si han acudido a las urnas 6 millones de personas, necesita 300.000 votos. Pero si a los 6 millones le añadimos 450.000 sufragios en blanco, precisa 22.500 más. Por eso se suele decir que el voto en blanco favorece a los partidos mayoritarios.

¿Qué sucedería si en unas elecciones ganara el voto en blanco? Ganaría el partido político que más votos al uso obtuviera, ni más ni menos.

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