Foto: naciomuntanya.cat/Josep Mª Muntaner

Hoy es el día.

Hace 2 meses decidí superarme en un reto, correr el Ultra Trail Emmona, una de las pruebas más difíciles de Europa, 110 Km con 17.000 metros de desnivel.

Son las 4 de la mañana y suena el despertador,

Solo sonar ya empiezo a pensar como voy a superar dicho reto.
Estrategias, que comeré, cuando comeré, si dulce o salado…. Es súper importante ya que tantas horas corriendo, sudando a borbotones y con una desnutrición tan bestial hacen que no sepas como te va a reaccionar el cuerpo.

Son las 5 de la mañana y empezamos a ir para la salida. A las 6 empieza la gran aventura.
Hacemos una vuelta por el pueblo mientras hago cálculos de horas para la comida y complementos vitamínicos para no tener problemas.

Empezamos a subir a Can Camps 1.000 m donde esta el primer avituallamiento liquido. Voy muy tranquilo ya que nos queda un largo día y para mi eso era un calentamiento.

Seguimos subiendo hasta alcanzar los casi 2000 metros por unas rampas muy pronunciadas.
Ahí me digo “Jordi te sientes bien, empieza a tirar, llevas muchos días pensando en esto y tu no eres de los que se rinde fácilmente”.

Te aseguro que bajé de los 2000 metros hasta los mil (la población de Pardines) como un cohete, era una bajada muy técnica pero funcionaba bien en el terreno. No obstante, un tanto peligrosa ya que causó lesiones a varios participantes. En esta población me encuentro a mis padres y a mi equipo de grabación, donde estamos grabando un documental… (por ese motivo llevaba toda la carrera encima mio action cam baterías… vamos que peso me sobraba).

Como algo deprisa, y se me enciende el chip de “espartano” y me digo “Jordi ahora a tirar y lo que venga vendrá.”

Subo muy deprisa… hasta una sierra preciosa donde había agua por todos lados llena de vegetación, de animales, mientras pensaba “madre mía por que sitios estoy pasando”, eso me motiva más, y esa motivación me hacía correr aún más rápido.
Era una distancia un poco larga hasta el avituallamiento de Coll de la Marrana situado a unos 2500 metros, bajo un calor infernal por todo el tramo de Serra de la Caña. Ahí tuve que dar toda mi agua a un chico que estaba verdaderamente jodido, le di algo de comer y le animé a seguir los 30 min que faltaban hasta el el avituallamiento, el pobre no podía más, abandonaba ahí.

La sorpresa es que al llegar de Serra de la Caña a Coll de la Marrana donde ya es alta montaña, y estando empapado en sudor como si viniera de la piscina, hubo un brusco cambio de temperatura… frío de narices, por lo que me dije: ” no puedes esperar ni un minuto y sigue para adelante”.

Eso hice, seguí pasando por alta montaña, por unas crestas alucinantes rozando los 3000 metros y corriendo por ellas me daba la sensación de ser el rey del mundo.

La gente me animaba, me decía que iba muy bien…pensaba en mis amigos, en todos los que han estado aguantándome durante estos días preparando esta locura y yo corría y corría.

Llegué a Nuria, teníamos un sistema transmedia para que el mi equipo supiera como iba en cada momento, la verdad daba gusto leer los mensajes. Iba como un cohete, tenía una felicidad increíble, puesto que en 2 meses no se entrena una locura así, y yo estaba ahí batallando.

A la que comí en Nuria, apenas sin hambre, me viene un control y me dice: “¿ya te vas? ¿has comido?, descansa un poco más” lo miro con cara de felicidad y le digo “ya descansaremos cuando terminemos ¡ la comida muy rica y gracias ! Me miró se rió y me dijo “a muerte tío !”

Sabía que tenía que subir a dos picos enormes al Coll D’eina a 2.500m y al Puigmal a 2913m. Al pasar entre los primeros tuve muchísima suerte porque veía al tiempo, que venia a cazarnos y estar ahí arriba con niebla y un frío terrible después de estar sudado era una fatal opción. Por suerte esquivé todo el marrón y no me pilló, otros no la tuvieron y los evacuaron  por hipotermia.

Al bajar del Puigmal situado a 2800 había senderos llenos de agua, los cuales no se podían esquivar fácilmente y hasta Fontalba nos esperaba una bajada terrible.

Llegué a Fontalba, comí un poco, pero ya tenia problemas con el estomago, estaba cerrado y no me entraba ni el agua… Comí un trozo de sandía y directo para abajo a un pequeño pueblo llamado Planoles.

Ahí perdí como una hora ya que un Desgraciado, participante de la carrera fue desmarcando tramos para que la gente se perdiera, esto lo hizo incluso por la noche arrancando y cambiando las cintas de sitio. (Es la clase de gente que está en este mundo por que tiene que estar y punto)

Llegué a Planoles a 1.100m desde fontalba a  2.017m. Había pisado muchos charcos (en esta época ha llovido mucho) y salía el agua por todos lados. Mis padres me esperaban junto a mi buen amigo Jordi Muñoz y un amigo suyo Roger Serrador al cual le agradezco todo lo que me apoyó en este día. En ese tramo a penas podía andar… tenía los pies en carne viva… Era un dolor insoportable. Mi Madre, como no, se asustó y es que nos esperaba un pico en el que se estaba avisando que estaban sacando la gente por hipotermia y ella sabía que yo no abandonaría.. Ya había corrido 80 km.

Me cambié los calcetines y Jordi Muñoz me acompañó los 30 km que me faltaban.

Mientras subíamos a la Cubil, una rampa recta de un km vertical, veíamos la gente como abandonaba. Entiendo lo que estaba sufriendo, yo los animaba y me daba lástima que tuviesen que hacerlo, pero era comprensible…

Con Jordi Muñoz, un deportista excelente, subimos a la Cubil. Yo no le decía nada, pero pensaba, para mí, en el dolor insufrible de mis pies. Al llegar arriba, a unos 2000 metros empezamos a bajar hacia Ribes de Freser a 800m. Como yo no podía poner bien los pies en el suelo, me apoyaba con los palos y los laterales de los pies, lo que me hizo cargar los cuádriceps hasta no poderlos doblar y con unas llagas en las manos terribles de aguantar la presión del peso en la bajada.

Llegué a Ribes como pude, donde, me esperaban dos grandes amigos Oriol y Rouse. Para mi los amigos son algo muy importante y me emocionó que aún estando de vacaciones volvieran para esperarme y verme en Ribes (eso no tiene precio)
En el pabellón de Ribes me quité los calcetines y nadie decía nada, solo veía las caras que por ellas mismas hablaban… le dije a mi madre “mama me pongo vendaje y salgo, limpiemos los pies y para el ultimo pico”.

Ahora nos quedaba el Taga a 2040 por Ribes, Fue un infierno….
Mientras subíamos ya eran las 12 de la noche, ya no era el tiempo previsto que quería hacer pero si tenia claro que lo acababa por mis cojones.(Aquí no se rinde nadie)

Mientras subíamos con Jordi, el viento soplaba a temperaturas de menos 1 grado, había momentos que te tiraba al suelo y más cuando no tenia casi apoyo de los pies.

Yo a Jordi no le decía nada, pero arriba notaba que se me caían las lagrimas del dolor y del frío se me quedaban en la cara como cristales.

Vemos la cruz del Taga y dije “Jordi ahora solo Bajar”, la bajada era súper técnica y fue muy dura, incluso la gente daba marcha atrás pensando que alguien había cambiado las cintas, ya que desconfiábamos tras lo que nos paso durante el día.

Pero yo conocía el terreno de ahí y dije que íbamos bien, ya veíamos el pueblo y Jordi me dijo “¡ya está, esto ya está!!”.

Crucé el pueblo corriendo como pude y logré lo más grande, cruzar la meta con el dolor que llegué a pasar y pensando: “muy bien tío, has terminado lo empezado y con todo lo que has pasado y sufrido no se te ha pasado por la cabeza abandonar”.

( Se puede explicar la carrera en unas hojas, pero no se puede expresar lo vivido en ella)

Gracias a todos mis amigos y familiares por el apoyo minuto a minuto.

¿Una experiencia ?

No te rindas cuando empiezas con ilusión, por mucho que cueste terminarlo, lo conseguirás

Jordi Gil Fernández

Jordi Gil Fernández

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