Vamos a empezar saludando a alguien, hoy saludaremos al chaval del tractor. El chaval del tractor no tiene casa, tiene tractor, encontrarse con él por la carretera es fácil: sólo has de estar en la carretera y con prisa, él aparece de la nada con sus dos palabras favoritas ” John Deere” escritas en su máquina y en su gorra y con una mirada de orgullo perezoso invade el sentido contrario mientras suelta barro con la sana intención de derribar a algún motorista. El chaval del tractor no es sólo un peligro, es un peligro de cuatro toneladas que en la clasificación básica de los peligros ocupa un lugar de privilegio justo después de los abuelos del Mercedes y de los tacones de aguja. ¡ Ave! chaval del tractor, ¡morituri te salutant!
Hablemos de inspiración, de dónde encontrarla y de cómo usarla una vez encontrada.
La inspiración es algo muy subjetivo y por ello difícil de aconsejar, con todo, hay ciertas fórmulas infalibles donde todos nos vemos incluidos. La primera de ellas es la que va ligada a la adrenalina, gastar adrenalina es mano de santo si lo que buscas es una inspiración primigenia y visceral. Los antepasados lo sabían, cazaban animales feroces de varias toneladas solo para conseguir un buen chute de inspiración y poder hacer de Altamira un hogar. Lo consiguieron, mataron a todo lo que se les puso por delante y a cambio dejaron arte. Que cada uno concluya como quiera pero sin proteína no hay arte y sin arte no hay evolución.
Las estrellas. Las estrellas son tus amigas si lo que buscas es una inspiración cansina y meditabunda. Filosofar y mirar estrellas es la forma de crear obras de elevado contenido metafísico y mágico. Es genial. Según he podido leer, el mismísimo Diego Velázquez encontró inspiración mirando las estrellas, tanto es así que ocultó algunas constelaciones en sus cuadros – ver ” Las Meninas” si es que aún no la has hecho- Por lo tanto, si Velázquez lo hizo ni se os ocurra dudar de su eficacia. Velázquez fue, es y será el más grande, posiblemente porque miraba las estrellas, posiblemente porque las veía.
El sexo. Inspirarse en cuestiones sexuales es la eterna pregunta: ¿pintas o me miras? Pues oye, ambas cosas, que lo cortés no quita lo valiente, haber elegido muerte, uno no es de piedra, etc… El problema es que la cuestión sexual puede aportar inspiración pero a la vez resta concentración y el resultado de esa mezcla es neutro, has avanzado poco y te vas a quedar ahí, este camino hacia la inspiración solo es válido para personas fuertes que saben vencer la debilidad de la carne y canalizar sus instintos más primarios, hay poco público en esta sala.
Las drogas. Bien, como todos nos drogamos con lo que tenemos a mano, hay que saber distinguir las drogas: las legales, las ilegales y los placebos. Entre las sustancias legales el lugar de honor lo ocupa el alcohol y ,de todos los licores posibles, la reina es la absenta. El simple acto de prepararla al estilo francés ya hace brotar Musas y torrentes de inspiración, la dosis exacta son tres vasos, por encima de eso se sufre una sobredosis de inspiración: el mundo entero está en tu contra y cabalgas al ocaso en el burro del tío Amancio que es burro pero es manso.
Las drogas ilegales son ilegales – cuando las legalicen os lo cuento – y los placebos son por todos conocidos: café, bebidas energéticas, amor, empatía… Si te lo crees, a por ello, estoy esperando ver tus obras…
La última de las opciones de inspiración – desordenado como soy- es la vida cotidiana, no dejar pasar las cosas sin verlas, estar atento: a la chica del bar, a la música que suena, al niño de la bici, al viejo del banco, una mujer que llora, polvo en una estantería, una mosca, la bocina de un camión, las llaves de casa, un pájaro, una corbata, la señora del bus, un golpe en una mesa, todo puede valer, sólo hay que saber “ver” y si todo esto falla, siempre os podréis encontrar al chaval del tractor y de este modo poder llegar a casa inspirados o simplemente vivos.
