La psicología de las emociones ha entrado de lleno en los estadios de fútbol. Cuando los jugadores salen al terreno de juego, un cúmulo de sensaciones invaden sus cuerpos. La espera, el contacto visual con el equipo contrario, los saludos, los árbitros; todo ello, hace que los momentos previos al inicio de un partido tengan un impacto especial.
En el timing de un evento, hay una serie de momentos de especial relevancia por la huella emocional que supone. La pregunta es ¿para quién?. Un partido de fútbol de alto nivel es sin duda alguna un espectáculo y como tal, es preciso cuidar todos los detalles posibles para que los espectadores disfruten. Música, banderas, mosaicos de colores, actuaciones en los descansos y un sin fin de acciones tratan de hacer cada instante un recuerdo inolvidable.

De todos es conocida la influencia de jugar en terreno propio. Los jugadores locales se sienten fuertes. Saben que su público está con ellos. Reconocen cada sala del estadio, cada metro cuadrado del terreno de juego. Las últimas iniciativas están tornando hacia generar esa huella emocional en los propios jugadores, los protagonistas del evento. Hace años se implantó la moda de los asientos deportivos en el banquillo. Además de marketing, era una manera de empezar a tomar consciencia de que el espectáculo hay que mimarlo hacia dentro y hacia fuera.

Así, no es extraño encontrar las últimas tendencias basadas en personalizar el túnel que comunica el interior del estadio con el terreno de juego. Los jugadores pasarán varios minutos recorriendo con su mirada todos los detalles. Visualizar los nombres de cada socio grabado en la pared o las fotografías de momentos clave en la historia del club, tienen una finalidad clave: aumentar la motivación de los jugadores locales y porqué no, minimizar la del rival.

¿En qué momento estamos?

Esta tendencia viene a significar que la visión de los organizadores sobre el evento deportivo está cobrando una dimensión especial, mucho más integral donde se reconoce que los protagonistas también son target group dentro del objetivo de generar huella emocional.

A veces, desde el punto de vista de la organización se suele justificar los límites en las acciones en la falta de recursos (materiales, humanos, económicos, etc.). Sin embargo, no debemos olvidar que lograr emociones en un público objetivo no tiene que ser directamente proporcional a la inversión realizada. Así, una música de fondo en momentos clave no supone gran desembolso.

¿Hacia dónde vamos?

Además de aumentar los target groups, incluyendo a los jugadores dentro de las acciones, nos encontraremos con el reto de comunicar entre sí estas acciones para hacer el evento más grande. Es decir, narrar o visualizar lo que cada jugador hace en ese momento en el túnel del vestuario a los otros grupos (periodistas, espectadores, palco, etc.), no hará más que dar una visión más amplia de la dimensión del evento deportivo. Imaginemos televisores en ese túnel con imágenes de los aficionados que envían mensajes de ánimos.

Por otro lado, relacionar los grupos y hacerlos conscientes de su influencia, dará sentido a su participación logrando hacerlos partners del evento. Un speaker comunicando que ahora es el momento del público, el del palco, el de los periodistas, etc., logrará hacer sentir importante a cada uno de ellos. ¿Por qué no preguntar qué canción sonará en el descanso a todo el público?. ¿Por qué no preguntarlo en las redes a aquellos aficionados que van a asistir?. Se trataría de personalizar el evento y de hacer visible la participación activa de los protagonistas (público, prensa, etc.).
De igual manera, otro camino será el elemento sorpresivo para lograr la huella sensorial deseada. Probablemente uno de los elementos más atractivos de un partido es el factor incertidumbre. Si un espectador, un jugador, un periodista, etc., se sorprende cada vez que asiste a un partido, será un valor diferenciador entre quienes viven el partido en directo y que lo hacen a través de la radio, televisión o medios digitales.
Con todo ello, uno de los objetivos será implicar tanto a jugadores como a espectadores, de manera que el espectáculo sea lo que prime en el evento y que sea vivido por todos los protagonistas como tal.

¿Cuál es el límite?
El límite lo pone el propio timing del evento y la creatividad de los organizadores. Hay momentos “críticos”, donde los protagonistas no deberían perder su concentración. Pero puede haber otros, donde logremos hacerlos vivir emociones y compartirlas con el resto de públicos.

Alberto Blázquez Manzano

alberto blazquez
Doctor en Ciencias del Deporte. Máster en Prevención de Riesgos laborales. Director de ocio y tiempo libre. Ponente en diversas acciones formativas sobre marketing, rrhh o management. Autor de diversos artículos científicos y divulgativos. Coordinador/autor de publicaciones entre otras: “Marketing deportivo en 13 historias” o “Aprendizaje cooperativo a través de las TICs”. Coordinador Regional del Programa de Dinamización Deportiva en Junta Extremadura.

Contacto: albertoblazqu50@gmail.com
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