El juego una actividad natural que aparece en el niño que le propicia aprendizajes y descubrimientos, y que a la vez le proporciona placer y satisfacción y que constituye una fuente de relación y socialización con los demás.
Jugando, el niño, explora, descubre y asimila lo que le rodea; por ejemplo, en el juego simbólico (jugar a papás y mamás por ejemplo) se reproducen los estereotipos sociales de padre y madre: autoridad, protección, estima, etc. y los niños lo usan para exteriorizar situaciones cotidianas de su vida, representando roles de los adultos que en ocasiones necesitan asimilar o adaptar a sus necesidades, dándoles el desenlace que ellos necesitan y acomodando el mundo que les rodea para interiorizarlo.
Sin embargo, en cada edad se desarrolla un tipo de juego distinto, que va evolucionando en función de la maduración de nuestros niños y niñas. Entonces:
¿Qué tipo de juego se desarrolla a cada edad? Y ¿cómo lo fomentamos?
Las edades a las que se producen los saltos de una etapa a otra son siempre aproximadas y no son iguales en todos los niños, pues en unos surgirán un poco antes y en otros algo después. Teniendo esto en cuenta, podemos ver que el juego se desarrolla a lo largo de la vida del pequeño:
1. Primero se da el juego en solitario, que se da desde los primeros meses de vida hasta el año o año y medio y que consiste en una actividad solitaria en la que el niño está centrado en su cuerpo y los objetos que le rodean. Por tanto, podrían venir bien juguetes que le permitan descubrir su cuerpo y desarrollar sus sentidos: sonajeros, mordedores, muñecos de goma, alfombras o gimnasios con actividades…
Cuando el niño es capaz de mantenerse sentado aumenta su campo de visión y quiere interactuar con todos los objetos que ve, por ello necesita juguetes sonoros y con colores llamativos o luces. Además aumenta sus movimientos al comenzar a gatear y andar, por lo que serían juguetes adecuados aquellos que le ayuden a desarrollar su motricidad, como por ejemplo andadores o balancines.
De 1 a 2 años los niños ya andan y reconocen las características de los objetos por lo que son aconsejables juguetes que puedan apilar (construcciones, piezas encajables…) y objetos para arrastrar (cajas con ruedas por ejemplo). A lo largo de esta etapa, empieza a surgir el principio del juego simbólico, por lo que son adecuados muñecos con vestidos (30-40 cm) y accesorios: cama, cuna, vajilla, cubiertos…
2. Después va apareciendo el juego en paralelo, que se desarrolla a partir de los 2 años, y donde los niños juegan juntos (unos al lado de los otros), pero de forma aislada; simplemente buscan la compañía de las otras personas.
De 2 a 3 años ya estamos adentrándonos en la etapa simbólica por lo que podemos utilizar juguetes que les ayuden a desarrollar este tipo de juego: maletines de belleza (peines, espejos, secador de pelo) maletines de médico, maletines de herramientas (martillo, destornillador, sierra)…
De 3 a 5 años se desarrolla mucho la coordinación por lo que pueden usar juguetes para disfrutar al aire libre y que desarrollen la marcha, la carrera y el salto (vehículos con pedales, aros, zancos, dianas con dardos de punta redonda…).
3. Más adelante alrededor de los 5 años de edad, comienza el juego asociativo. Hay un primer intento de asociación y de reparto de papeles y normas, pero se suele retornar al juego paralelo.
A esta edad los niños van siendo capaces de aceptar y fijar reglas en los juegos, como ser capaces de esperar el turno, respetar unas normas mínimas, etc. Podemos introducir por ejemplo los juegos de mesa o de tablero (parchís, oca, cartas, dominós) con los que se desarrollan aspectos lógicos-matemáticos como la iniciación al conteo, la estimación de cantidades, etc. y juegos que desarrollen su destreza manual ( bolitas pequeñas para hacer collares, rompecabezas, materiales para coser, pasar cordeles, atar o hacer lazos…).
4. A partir de los 6 años, comienza la fase de colaboración o juego hilado, donde hay un acatamiento de las reglas del juego. En esta etapa los niños ya son capaces de llegar a algunos acuerdos entre ellos, y tienen muy desarrollada la fantasía y creatividad. Podrían interesarles juegos para hacer dramatizaciones, juegos electrónicos de preguntas y respuestas, juegos de destreza y habilidad (atención, memoria, rapidez óculo-manual, etc.).
Las características de los juguetes deben ser tenidas muy en cuenta a la hora de comprarlos para los niños y su utilización. Es fundamental que los juguetes sean:
seguros, es decir, que estén hechos con materiales que no se rompan, astillen o sean cortantes.
No tóxicos. Algunos tipos de pinturas o algunos materiales pueden ser tóxicos y muchas veces los niños, sobre todo los más pequeños, los llevan a la boca y los chupan o muerden.
También debemos tener en cuenta los valores que transmitimos a los niños, y es recomendable que el juguete no se compre indiscriminadamente para satisfacer caprichos momentáneos del niño, pues el exceso de juguetes, hace que desaparezca la fantasía y produce aburrimiento.
¿Es importante jugar con mi hijo?
Hay niños que juegan siempre a los mismos juegos y de manera repetitiva. Otros niños no saben qué hacer con ciertos juguetes (por ejemplo se limita a repetir con el juego de la vajilla, el mismo juego de amontonar al que jugaba con las construcciones).
Es por eso que puede ser positivo presentar los materiales que hemos comprado, explicarles cómo se juega e incluso sentarnos con ellos a jugar. Y poco a poco ir repitiendo acciones o modificándolas: “hoy lavamos las muñecas”, “hacemos papilla de galletas y damos de comer a las muñecas”, o con maletines médicos de juguete jugamos a los doctores y “medimos la altura” “revisamos los oídos” “auscultamos el pecho”, etc.
La participación de los adultos, no solo no perturba el desarrollo de los juegos, sino que puede claramente enriquecerlo.
Además dedicar un tiempo a jugar con el pequeño es un momento de estrechar lazos, de conocerse el uno al otro y de disfrute. Es la base de una buena relación y un momento de calidad.
Verónica Huete
