En la Edad Media, aun después de la invención de la imprenta, la sociedad era en su mayor parte analfabeta, y tanto la Corte como las élites, por lo general vinculadas a lo eclesiástico, se servían de los artistas para que llenaran palacios e iglesias con pinturas, retablos y esculturas con los que ilustrar pasajes de la historia o de las sagradas escrituras a modo de parábola.
Ya que nadie sabía leer, la manera más atractiva de educarles o, según se mire, adoctrinarles, al margen de sermones les claro está, era ofreciéndoles una representación gráfica de la realidad hacia la que éstos quisieran apuntar en cada momento.

Así, con el mito explicado a través del icono, muchas personas de aquel tiempo comprendieron mejor conceptos abstractos como la trascendencia del ser, las bondades de la virtud, los episodios de la historia de un linaje concreto o la misma redención del alma.
En la mayoría de los casos, el anclaje de estos principios morales se asociaba a la fe en la salvación eterna.

Actualmente, siglos de evolución después, nuestra civilización está desbordada de canales de información como nunca antes, la sociedad presume de estar alfabetizada en un porcentaje cercano al 100% e Internet ha democratizado el acceso a la información de tal forma que no se requieren mecenas que apadrinen su flujo, todo aparenta estar al alcance de todos nosotros y en todo momento.

Hoy por hoy, recibimos tal cantidad de información que en ocasiones se hace necesario hasta filtrarla, sin embargo, existe un paralelismo entre nuestra sociedad virtual y ese mismo analfabetismo de antiguas civilizaciones : la necesidad de educar a una sociedad antes ignorante y hoy dormida o acomodada por medio de lo iconico.

Si bien es cierto que son cada vez menos los que hoy actúan movidos por esa fe ancestral, no son muchos más los que perseveran en mantener una mínima sensibilidad ante lo que nos rodea.
Detrás del visionado puntual de una injusticia, cabe la posibilidad de una reflexión, o incluso de una acción, más allá del click en ‘like’ o del compartirla en redes sociales.

Los power point con frases de Paulo Coelho, Mandela, o Luther King, o los videos como el experimento social que se incluye al pie de este artículo, son convertidos en virales de forma tan rápida como efímera, son como una adaptación contemporánea de las parábolas que en la Edad Media el clero encargaba a los pintores para decorar en frescos decorando las cúpulas de las basílicas.

Sin embargo, nosotros pese a que hoy ya no somos analfabetos, de cuando en cuándo reproducimos estos vídeos en nuestros dispositivos móviles con curiosidad, aunque rara vez llegamos a interiorizar verdaderamente su mensaje como para al menos darle la debida continuidad.

Tras un largo fin de semana que arrancó en el tradicional Thanksgiving, adoctrinados masivamente en eventos como el Black Friday, y su posterior Ciber Monday, en los que el consumo no ha cesado un segundo, llega hoy martes el Giving Back day, un día que no contará ni de lejos con la repercusión mediática de ninguno de los anteriores, y que ha sido creado con la finalidad de concienciar a la sociedad de la necesidad de revertir parte de su bienestar hacia los más necesitados.

Declarar un día para la solidaridad es algo simbólico, como lo es todo día internacional de algo.
Sirve para llamar la atención sobre una realidad, para promover un cambio de costumbres erróneamente adquiridas o para informar o denunciar una injusticia lacerante.

Es cierto que la solidaridad no puede impulsarse un único día aislado del calendario, como lo es también que muchos de nosotros no gozamos de una situación ni estable ni privilegiada como para ayudar cuanto desearíamos, pero igualmente no conviene quitar la mirada del hecho de que en nuestra misma comunidad local hay quien vive en umbrales de miseria inaceptables y que está en nuestra mano facilitar su existencia, que en muchos casos ya ha pasado a no ser otra cosa que supervivencia.

En el pasado reciente, se popularizaron campañas solidarias como el ice bucket challenge a favor de la lucha contra la ELA, pero en el tema de la solidaridad, por útil que resulte cada aportación, para mi la auténtica clave reside en desarrollarla, no en exhibirla.

Hoy, día mundial del darse y del devolver una parte de tu prosperidad a tu comunidad local, se nos extiende a todos la invitación a participar anónimamente de este reto.

Plantéate tu propio agradecimiento del modo en que desees, realiza un donativo a una ONG, entrega un bocadillo a quien ves siempre en la puerta de tu supermercado,…
Pero hazlo anónimamente, sin comentarlo en tus redes sociales, ni tan siquiera con tu pareja o con quien tengas más cerca cotidianamente. Experimenta tu solidaridad, en la medida que ésta te sea posible, pero desde tu propio interior, solo por ti mismo.

Quizás suene absurdo plantearse un solo día para ello, pero también cabe la posibilidad de que al hacerlo así, íntimamente, más de uno descubra algo que antes desconocía, el potencial de ayuda a los demás que albergamos dentro cada uno de nosotros.

Pidiendo comida a extraños en Nueva York : un experimento social

 

Raúl Nuevo

raúl nuevo

Conecta con nostros
Últimas Noticias
CLOSE
CLOSE