A veces, no pienso. Sí, no pienso. O quizás pienso demasiado y por eso parece que no pienso. Son vendavales de pensamientos. Me arrastran de un lado a otro. Y sí, lo malo de todo es que lo sé. Soy consciente. De eso y de todo lo que me envuelve. De mis miedos, mis ansiedades, mis reflexiones, mis cambios de humor, mi insalvable manera de ver la vida; equivocada y contradictoria, estoy seguro. Y sí, una habitación alquilada en Madrid, tres compañeros de piso, una carrera acabada y un trabajo de camarero. ¿Debería de estar contento? Puede, por lo menos tengo trabajo. No… bueno… tal vez. No, no es para mí. ¿O sí? Quizás haber estudiado hostelería hubiera sido una opción interesante. La verdad es que no se me da nada mal. Y eso que siempre he destacado por mi torpeza casi profesional. No… ¿Qué estoy diciendo? Lo mío era vocacional. Pero sí, llevo muy bien la bandeja. No me centro, joder.
Mientras pienso, o eso creo, no puedo parar de mirar a la pared. En la cama, tumbado, parece que todo se ve distinto. Distinto, complicado y abrumador. El tiempo va más despacio y no te dejas llevar por lo agresivo de la ciudad. Su rutina, sus tiempos cronometrados, su bullicio ensordecedor, su encanto (supongo) al fin y al cabo. Desespero. Me vuelvo irónico, sarcástico, irritante. Doy la bienvenida al insomnio. Me presento, hago un reverencia y suelto una risita ahogada por lo tonto de la situación. Sigo aquí, descansando mis pensamientos. O más bien, todo lo contrario. Qué razón tenía aquel que por primera vez soltó lo de “lo consultaré con la almohada”. Qué frase, qué inventiva, que verdad tan absoluta…
Esto me cansa, me agobia, todo parece ir en círculos y se repite en forma de vaivén constante. No sabes si hay principio, y mucho menos si hay final… qué agonía. No busco el mejor de los principios, tan sólo un principio, una oportunidad. Me río. Joven y con experiencia. Pero… ¿Qué pretenden? Denme la posibilidad de trabajar y la experiencia llegará.
Intento relajarme y me preparo para inspirar y espirar para bajar mis pulsaciones. Las veces que haga falta, lo tengo claro. Una, dos, tres… Aquí va la cuarta…¿La definitiva? Parece que me relajo un poco. Nada, lo mismo, me sigo sintiendo como una bomba a punto de explotar. Tal vez, el día no ha acompañado. Demasiado largo, demasiadas cosas, demasiados estímulos. A veces me bloqueo y no sé como autogestionarme. Quizás deba plantearme mi vida de otra manera. ¿Qué debería hacer?

HOY ME SIENTO

Ya está

Conecta con nostros
Últimas Noticias
CLOSE
CLOSE