Ahora resulta que están tan de moda los zombis que incluso se organizan invasiones a domicilio de muertos vivientes, o mejor dicho, a ciudades enteras, previa petición de sus ayuntamientos. Y encima tienen éxito.

Recientemente, Getafe (Madrid) acogió una de esas ediciones de ‘Survival Zombie’, que se anuncia como el juego en vivo de supervivencia zombi más realista del país, donde más de 2.000 jugadores venidos de todas las partes de España demostraron su destreza para lograr escapar de ese virus que te convierte en un ser putrefacto.

La puesta en escena fue sorprendente con un convoy de vehículos militares y el final del juego terminó en apoteosis con los diez primeros ganadores saliendo en helicóptero de la localidad al amanecer. Durante toda la noche y la madrugada, los zombis de pega se abalanzaron sobre propios y extraños porque siempre hay algún despistado que no se ha enterado del asunto y se da de bruces con ellos a la vuelta de una esquina.

El juego formaba parte del programa “Objetivo 0’0, diversión sin alcohol”, con el fin de fomentar actividades diferentes para los jóvenes menores de 18 años y que de esta manera descubran formas distintas de entretenimiento sin tener que salir de fiesta y consumir bebidas alcohólicas, pero seguro que a más de uno le hizo falta un trago para pasar el susto.

La moda zombi, azuzada desde hace unos años por la televisión, después de que el cine se ocupara de ello mucho antes, mostrando imágenes comiendo vísceras como si no hubiera mañana, es incomprensible para los más puritanos, que sienten un asco vomitivo.

Sin embargo, otros piensan que su éxito refleja la realidad de una metáfora de la sociedad, donde unos se devoran a otros por el poder económico y político. Y donde al final, el de arriba se come al de abajo, y la lucha por la supervivencia también termina fulminando a los iguales por mucho que parezca que están unidos frente a un enemigo común.

Más allá de tripas sanguinolentas que provocan rechazo, el fenómeno zombi engancha principalmente a los jóvenes, pero también a quienes ven en esa marabunta de caminantes guiados solo por el instinto de comer a otros que brujulean con aviesas intenciones y que no andan muy lejos de la carroña.

No es fácil verlos venir y los bocados que pegan como te descuides sí que son reales. Acaban contigo en un santiamén, y no te convierten en lo que son, sino que te dejan en los huesos, preguntándote cómo has podido ser tan poco espabilado.

Al final, te quedas con los zombis del cine, de la televisión o de los juegos porque, en definitiva, son más entrañables que los que te encuentras a diario por la calle. Esos sí que dan náuseas.

Alex Castellano

Periodista

Alex Castellano

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