Hace pocos años, UTOPIA, una serie británica de ficción, contaba como una élite socioeconomica mundial inspirada en el Club Bildemberg y preocupada por la previsible escasez de recursos naturales del planeta ante el crecimiento demográfico actual, ideaba una mutación genética que producía infertilidad en los humanos.
Siempre según la trama de esa serie, como era imposible que la población mundial se sometiera a esa modificación genética masivamente, lo que se hizo fue crear falsas alarmas de pandemia (como ocurrió con la gripe aviar, el SARS o el Ebola) para provocar que la gente se vacunara en masa y lo que es mejor, de forma voluntaria, ignorando que el contenido de esa vacuna incluía en realidad un pasaporte a su propia infertilidad en el futuro.
Los años (y el coste) de investigación para esta experimentación serían retribuidos a los laboratorios farmacéuticos a través de los beneficios obtenidos con la venta de esas vacunas de las que, ante la alarma creada, cada país haría acopio en desproporcionada abundancia (léase la crisis del Ebola y el asunto de sus vacunas hoy almacenadas esperando caducar)

Pues bien, tras la II guerra Mundial, los Rockefeller desarrollan y obtienen la patente del Zyka, aislado por primera vez en laboratorio tras un experimento llevado a cabo con monos de Uganda.
Con un virus de esas características solo debe trabajarse en entornos clínicos de alta seguridad, sin embargo, desde esa fecha se han producido dos incidentes de fuga viral, curiosamente bien recientes y en hábitats tan remotos como fáciles de controlar (Polinesia Francesa en 2013, y Micronesia en 2010)
Quienes sostienen una teoría conspirativa detrás de todo esto, catalogan ambos incidentes como fallidos experimentos previos, ya que en ninguno de los dos brotes se registró microcefalia asociada a la infección.

Trilateral (la comisión fundada por Rockefeller, el Club Bilderberg y otros organismos mundiales financiados por los Rockefeller como la ONU, la OMS o el Banco Mundial) siempre ha alertado del impacto negativo del crecimiento demográfico, posicionándose incluso a favor de lo que se denominaría eugenesia selectiva, es decir limitar el crecimiento demográfico como único modo para asegurar el abastecimiento futuro de la población a través de los propios recursos que nos ofrece este limitado planeta.
La eugenesia es una filosofía social que aspira a crear una raza superior o “pura”. Según esta filosofía hay una raza, la caucásica superior a todas las otras. Cualquier característica considerada inferior (raza, enfermedades, malformaciones, deficiencias intelectuales e incluso la situación de pobreza) es un impedimento para el desarrollo de la especie humana.
Los Rockefeller han liderado durante el siglo XX las investigaciones sobre fertilidad y métodos anticonceptivos, llegando a promover políticas de esterilización masiva en países del Tercer Mundo, y en la actualidad, la Fundación Bill Gates colabora activamente ellos ofreciendo millonarios fondos a programas de asistencia y control reproductivo en el tercer mundo.

Las pandemias más recientemente conocidas suponían un riesgo objetivamente equidistante tanto para el mundo desarrollado como para el tercer mundo.
Es verdad que, sobre en papel, el Ebola podía afectar mucho más a países como Rwanda que a EEUU, por razones de infraestructura sanitaria y demás, pero lo cierto es que el virus del Ebola, una vez contraído, suponía la misma amenaza de extinción para un rico que para un pobre. Evidentemente, lo mismo ha venido sucediendo con el VIH.

El Zyka bien podría ser una vuelta de tuerca a todo eso: la ‘eugenesia selectiva perfecta’.
Únicamente puede resultar mortal para individuos con afectación de su sistema inmune, para el resto es relativamente inofensivo, algo muy conveniente ante un hipotético caso de descontrol virologico mundial, pero al saberse que puede producir graves malformaciones encefalicas en el feto, el Zyka conduciría a un descenso voluntario de la natalidad en zonas en las que más disparada está la demografía.

Existe otra teoría menos oscurantista que relaciona el Zyka con los experimentos genéticos que la multinacional Oxitec realizó para frenar el crecimiento del dengue.
Esta corporación modificó geneticamente a mosquitos para provocar la desaparición del tipo de insecto que lo transmitía y en 2015, bajo acuerdo con el gobierno de Brasil, liberaron miles de mosquitos transgenicos a lo largo de la selva nordoriental brasileña. El mismo punto geográfico del que ya hay constancia hoy como zona cero del virus del Zyka.

Desde entonces, la ONG Amigos de la Tierra ha venido alertando a la sociedad brasileña sobre los verdaderos intereses de Oxitec, que lejos de proporcionar una solución real al problema del dengue “está usando a la población pobre de Suramérica, en especial la región del noreste brasilero, para hacer experimentos con insectos transgénicos, sin saber qué efectos tendrá en la salud humana y sin consultar a las poblaciones ya que existe la posibilidad de que los genes modificados del mosquito entren en contacto con el genoma humano, alterándolo, insertando mutaciones u otro tipo de daños impredecibles en el ADN”

Aparentemente, la eficacia de estos mosquitos contra el dengue, cuya genética, insisto, ha sido modificada originalmente con un fin positivo, presenta una excepción que u Oxitec conocía y silenció, o no supo ver : en contacto con tetracyclina dejan de resultar útiles en la lucha contra el dengue.
Y resulta que Brasil es el tercer consumidor del mundo en antibióticos para ganado, y que la tetracyclina se encuentra en la práctica totalidad de esos químicos, que para más inri solo son parcialmente absorbidos por las reses, por lo que mucha de esa tetracyclina acaba yendo a parar a sus excrementos.
Es decir el genoma alterado del mosquito, en contacto con esta sustancia, que en condiciones normales nunca se encontraría en su ecosistema natural, provoca que sus larvas se hagan inmunes y sobrevivan a todo, de forma que su reproducción sólo pueden frenarse a través de su depredador natural (un depredador cada vez más debilitado tenida en cuenta la cada vez mayor deforestacion que presenta el Amazonas) por lo que su multiplicación se ve fortalecida.

He aqui un ejemplo paradigmatico de que el desarrollo con transgenicos puede suponer un gran avance en un tema específico, pero toda una catástrofe epidemiologica si la investigación de sus consecuencias no se lleva a cabo con el máximo rigor científico, y para eso hace falta años de pruebas, o lo que es lo mismo : tiempo y dinero.

Las dos teorías podrían perfectisimamente fundirse en una sola desde el momento en que alguien descubra que Oxitec y la familia Rockefeller comparten una misma agenda eugenesica con idénticos intereses corporativos.

Raúl Nuevo

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