Siempre he sido una mujer muy dominante en la cama… Mucho. Nunca imaginé que sentiría el placer al cumplir sus deseos. Por eso siempre pensé que mi actitud debía ser siempre la misma, hasta que llegó él mostrándome un mundo que desconocía.

Supe que sería distinto desde la primera vez que escuché su voz. Conseguía hipnotizarme y convencerme de todo lo que decía: una sola frase, orden, petición, me hacía dejar cualquier cosa que estuviera haciendo para complacerle. Era el jefe, el dueño y señor de mi misma. Al principio pensé que estaba sufriendo alguna parafilia extraña, pero pronto me di cuenta que cada una de sus peticiones, cada una de sus órdenes, encerraba mucho más detrás, ya que me llevaban siempre a un orgasmo mejor, más largo, más intenso, que el anterior. Comprendí así que todo lo que él hacia, decía o pedía era por hacerme gozar, y que en ese círculo vicioso, yo adquiría el placer, a base de complacerle.

Con su actitud, conseguía hacerme sentir la única mujer de la tierra. No era un romántico empedernido, ni siquiera era demasiado cariñoso. No solía piropearme, ni me alababa todo lo que hacía, pero era sincero, muy sincero, por eso cuando recibía un cumplido, un halago o un mimo, todo en mi vibraba. Sin embargo había algo en lo que nadie le superaba: Sabía excitarme, encenderme, calentarme de una forma especial. Sin ponerme una mano encima, sólo con sus palabras y el tono de su voz, lograba que mi temperatura ascendiera a niveles incalculables, y yo me sentía abducida, embriagada por él. Completamente loca. Le rogaba continuamente que me poseyera, pero sólo sabía decirme que sería cuando él quisiera…Y así mientras llegaba el día, a base de conversaciones subidas de tono, y muchos encuentros conmigo misma, iba sobrellevando las ganas. Aún no se cómo, conseguí que él me desease tanto como yo y que finalmente pusiera fin a mi castigo regalándome su compañía. Pero fui una ilusa al creer que aquel era el fin… Solo fue el comienzo de la escalera, un ascenso al cielo que sólo él, su compañía y su forma de follarme lograban.

El primer día que decidió hacerme suya, me quedé paralizada. Me sentía una muñeca en sus manos. Jamás había sentido que alguien me modelaba a su antojo. Tenía un arte exquisito en sus labios que me hacía rodar por ellos sin darme cuenta. Por segundos notaba que volaba, el mundo desaparecía a mis pies y era él quien me sujetaba. Me dedicaba frases que aún hoy resuenan en mi cabeza, y me imponía ordenes adorables que me hacían llegar al orgasmo en segundos Deseaba su cuerpo, su sexo, su boca, sus manos, continuamente. Pero sobre todo, deseaba su poder sobre mi, sus palabras en mi oído, sus órdenes, sus envestidas, su mirada de deseo…
Era capaz de activar en mi todos los sentidos en segundos, y lograba tenerme dispuesta en cualquier momento para satisfacer sus y mis deseos más ocultos. Cada milímetro de mi piel enloquecía al paso de sus dedos.
No había un rincón de mi que no le desease, y según abandonaba mi cama, ya le extrañaba. Amaba la sensación de su esencia en mis labios. Mi meta siempre era lograr obtener el fruto a mi trabajo, su explosión máxima a cualquier precio. Tenerle en mi cama, y que dispusiera de mi a su antojo era mi fantasía… Y conseguía hacerla realidad con cada paso por ella.

Aún ignoro como consiguió obtener de mi la versión más complaciente, más sometida, más entregada.. que nunca. Pero me encantaba esa versión de mi… Versión que nunca, jamás, nadie, ha vuelto a tener. Aprendí de él que un polvo puede arrastrar muchos orgasmos. Que se alcanza un placer superior al cumplir los deseos del otro. Que existen cuerpos, almas, que conectan de una forma única y especial que perdurará siempre en el tiempo. Pero sobre todo aprendí que como con él con nadie.
Que había partes de mi que siempre le reclamarían. Que tenía partes de mi cuerpo con su nombre tatuado y un “prohibido” para cualquier otro que no fuese él, y que existen personas a las que por más que las poseas, siempre desearás volverlas a tener. Él me demostró que en sus manos trazar un camino derecho al infierno, puede ser el acto más dulce y glorioso, más placentero y maravilloso, que la eternidad pueda darte.

Fuente: http://www.niamanisumisa.com/
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